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viernes, 15 de diciembre de 2017

Tambor militar histórico DIY (II).

En la entrada "Tambor militar histórico DIY (I)" os mostré el casco, los aros y sus características. Hoy explicaré qué hice con ellos.

Lo primero fue retirar la cinta de carrocero que marcaba el "snare bed" y repasar todo el casco (interior y exterior) con lana de acero 000 para retirar todo rastro de sustancia pegajosa que pudiera haber quedado, así como para preparar la superficie. Os recomiendo utilizar mascarilla para no respirar las diminutas partículas de acero. Con respecto al lijado, es importante hacerlo siempre en el sentido de la veta.


© David Valdés


Una vez eliminada toda imperfección puede ponerme con los acabados. En el interior usé aceite de tung, conocido desde hace siglos para tratar la madera (especialmente de instrumentos musicales). Para extenderlo utilicé gasa que compré en Leroy Merlin.


Gasa cortada y lista para aplicar el aceite. © David Valdés


La gasa se humedece ligeramente en aceite y se extiende sobre el casco (¡siempre en el sentido de la veta!). Aprendí que hay que dar muy poco, de manera que casi quede seco con la aplicación. Si usamos demasiado tendremos pegotes y manchas. En la siguiente foto se puede ver una zona todavía "en crudo" y otra con una primera mano.


© David Valdés


A continuación podemos ver esa primera mano completa.


© David Valdés


Una vez he aplicado el aceite (recordad..., ¡muy poco!), paso inmediatamente una gasa limpia con cierto brío. De esta forma la capa queda muy uniforme y prácticamente seca. Si se hace bien, no hay que lijar antes de dar la siguiente mano. Antes de volver a dar otra, la anterior capa debe estar totalmente seca, lo que implica unas 24 horas.

A este casco le di nada más y nada menos que 10 manos (cosas de la inexperiencia... Recordad que este fue mi primer intento "lutheril"). Me gustó mucho cómo quedó, con un color oscuro muy bonito, pero un experto al que consulté me dijo que cuatro eran más que suficientes para tapar el poro, proteger de xilófagos... Desde ese día, todos mis interiores van que chutan con cuatro capas... :-D En estas fotos podéis ver cómo quedó.


©David Valdés


©David Valdés


La siguiente foto muestra el casco con el interior acabado y el exterior "en bruto". Hay una gran diferencia, ¿verdad?


©David Valdés


Había visto algunos tambores históricos acabados en color nogal, y como me gustaron mucho, decidí que ese sería el acabado exterior del mío. Antes de empezar tapé con cinta de carrocero y papel las partes ya tratadas para evitar accidentes (manchas, salpicaduras...). Como siempre, mi proveedor fue Leroy Merlin.


©David Valdés


©David Valdés


©David Valdés


Usé un tinte al agua que también compré allí (sí..., me harán accionista preferente :-D ).


©David Valdés


Mezclando tinte y agua fui haciendo pruebas sobre un trozo de madera idéntico al del casco hasta que di con el color que me gustaba.


©David Valdés


Luego impregné la gasa con la mezcla y teñí el casco usando la misma técnica que empleé en el interior con el aceite. Para ayudarme usé el torno descrito en "Torno giratorio multiusos para trabajar con cascos de tambores".


©David Valdés


En la foto podemos ver el proceso de aplicar la primera mano de tinte.


©David Valdés


Este es el resultado después de dar esa primera mano.




Una vez seco, lo lijé con lana de acero 0000 para igualar el acabado.


©David Valdés


Después volví a darle otra mano de tinte. Está foto está tomada nada más acabar, todavía húmedo.


©David Valdés


Este es el resultado una vez seco.


©David Valdés




Con dos manos el casco quedó a mi gusto, por lo que el siguiente paso fue darle cera que compré en... ¿Lo adivináis?



©David Valdés



Este es el casco tras la primera mano de cera.



©David Valdés

©David Valdés


Repetí el proceso tres veces (no me compliqué la vida: estéticamente me gustaba y, parece ser, son más que suficientes para tapar la madera y protegerla). Siempre dejé secar y endurecer la cera durante 24 horas antes de la siguiente aplicación. Este es el resultado final.


©David Valdés


Respecto a los aros, lo primero que hice fue quitar las rebabas que quedaron al perforarlos. Parece ser que, cuando se perfora en ángulo, es inevitable que aparezcan, pues las fibras no se rompen homogéneamente.


©David Valdés


Utilicé pasta para arreglar desperfectos, tapar pequeños poros e igualar imperfecciones.


©David Valdés


En esta foto se puede ver la pasta antes de secar y del lijado.


©David Valdés


En las siguientes, los aros perfectamente lisos después de retirar el exceso de pasta y de lijar.


©David Valdés


©David Valdés


©David Valdés


Preparados los aros, ya sólo les faltaba el acabado. Para ello usé aceite de tung, que apliqué en la forma ya conocida. Lo que quería era que contrastaran con el color oscuro del casco.

En la siguiente foto el aro superior tiene una mano de aceite y el inferior está "en crudo".


©David Valdés


Ambos aros después de la primera mano...


©David Valdés


El resultado después de 10 manos (la foto no hace justicia al color oscurete que tienen).


©David Valdés


©David Valdés


En las siguientes fotos podéis ver el casco y los aros una vez finalizado todo el proceso (os prometo que, al natural, es muchísimo más bonito).


©David Valdés


©David Valdés


©David Valdés


Con todos los elementos listos ya solo quedaba montar el tambor, pero eso será en una próxima entrada.

¿Qué técnicas usáis vosotros para teñir/encerar?, ¿qué colores hubierais escogido? ¡Hacédmelo saber!


…et in Arcadia ego.
© David Valdés

viernes, 22 de septiembre de 2017

"Tavolette" en "Feste Romane" (O. Respighi).

Al final de la temporada pasada tuve la gran suerte de tocar "Feste Romane" ("Fiestas Romanas") que, junto a "Fuentes" y "Pinos", forman el "Tríptico Romano" de Ottorino Respighi.

Es una obra con una orquestación exuberante, imaginativa, brillante y, claro, para gran orquesta. Las "fuerzas percusivas" que despliega son un timbalero y nueve percusionistas. La peculiaridad de esta obra es que, en su último movimiento ("La Befana"), el compositor escribe para "tavolette", un instrumento sobre el que los percusionistas no se ponen de acuerdo, así que este artículo tratará de aclarar algo las cosas.

Para comenzar, veamos qué es lo que la partitura de dirección nos dice al respecto de este movimiento:




El cuarto movimiento se titula "La Befana" (cuidado con la traducción de la edición inglesa), bruja equivalente a nuestros Reyes Magos que, en la noche del 5 al 6 de enero, premia a los niños buenos con regalos y castiga a los malos con carbón. Lo que el guión orquestal nos dice es:

"La noche anterior a la Epifanía en la Piazza Navona: una caraterística fanfarria se alza por encima del bullicio frenético. Sobre el cada vez mayor ruido aparecen, surgiendo aquí y allá, motivos rústicos, "saltarellos", los compases de un órgano de una barraca de feria y las voces del feriante, la ruda canción de un borracho y el animado romance que expresa los sentimientos populares: "Dejadnos pasar, ¡somos romanos!".

Estamos, pues, ante una maremagnum de música popular que se pisa la una a la otra en el caos de la fiesta.

¿Qué son, entonces, las tavoletas? Literalmente, una "tavoletta" es una tablilla de madera. No es coincidencia que "tavola", en italiano, signifique "mesa" (una tabla con patas). Obviamente, el equivalente en español a "tavola" es "tabla", palabras casi idénticas por compartir la misma raíz latina. "Tavoletta" usa el sufijo "-etta", (un diminutivo). En español tenemos también los sufijos "-ita" e "-illa" (casi idénticos a la forma italiana). Por tanto, "tavoletta" significa "tabla pequeña". "Tavolette" es el plural. Nosotros formamos los plurales añadiendo "-s" o "-es", pero los italianos lo hacen con una "-i" si el género es masculino (reminiscencia de la segunda declinación latina, dominus/domini) o una "-e" si el género es femenino (reminiscencia de la primera declinación latina, rosa/rosae). Por tanto, "tavolette" significa "tablas pequeñas".

¿Qué instrumento de percusión consiste en una tablilla de madera que se golpea? En la zona Mediterránea (tanto en España como en Italia), existe uno exactamente así: una tabla de madera que se golpea con unos macillos. Se llama "matraca", y es un instrumento popular muy asociado también a ciertas celebraciones religiosas (en España a la Semana Santa). Curiosamente, la palabra "matraca" procede del árabe "mitraqa", que significa "martillo" y de "taraq", que significa "golpear". Nosotros nos quedamos con esa palabra y etimología, pero los italianos no porque su península no fue ocupada como sí lo fue la nuestra.




Obviamente, es un instrumento popular, nada complejo. Yo lo relaciono con la tradición del semantrón ortodoxo, y que, bajo distintas formas (más o menos evolucionadas dependiendo de la época y compositor), aparecen en esta obra de Respighi, "Les Choephores" de Milhaud, las "Tres Piezas para Orquesta" de Berg y, por qué no, el martillo de la "Sexta" de Mahler.












Son instrumentos muy sencillos, cuyo fin es hacer ruido (lo que Respighi describe musicalmente en "La Befana"). Los hay, incluso, unidos a un bastidor giratorio accionado por un mango (similar a una rueca). Haciéndolos girar, el estrépito está asegurado. En España los hay, de tamaño gigantesco, instalados en algunos campanarios. Obviamente, nuestro caso es el de un instrumento portátil, que se pueda tocar en la calle estando de fiesta. 

¿Qué usaremos en la orquesta? Dos tablas de madera, golpeadas con dos mazos también de madera, sería la solución que yo considero más cercana a las intenciones de Respighi. Dicho esto, se pueden usar cajas chinas, "woodblocks", "temple blocks", cáscaras de coco... Se trata de que sean dos sonidos " de madera" bien diferenciados el uno del otro. Nada complicado.

Hay un pero... Aparte el problema de dilucidar a qué instrumento se refiere la partitura, nos encontramos con que Respighi parece indicar que las tavoletas deben estar afinadas en Si y Mi. Como si no fuera ya suficientemente complicado conseguir unas, encima tienen que estar afinadas... En foros, grupos de FB, conversaciones en las secciones, fabricantes..., parece estar de moda romperse la cabeza y buscar soluciones (a veces tremendamente enrevesadas) para tocar los Mi y Si que indica la partitura. Últimamente, hablar de las tavoletas de "Feste Romane" es algo que se lleva. Cuando la cosa se calma y, pasado un tiempo, vuelve a surgir el asunto, las discusiones respecto a esta parte se retoman con nuevo ímpetu. Veamos qué indica la partichela:




Uy... ¡Una clave de sol! Si y Mi. Todo parece indicar que sí, que nuestras tavoletas deben dar dos notas específicas. ¿Seguro...? Veamos el resto.

Esta es la parte de timbales:



Obviamente, a nadie se le escapa que los timbales pueden dar notas, y eso es lo que hacen: clave de Fa, armadura, diferentes notas...

A continuación, la parte de lira (glockenspiel):




Sí, clave de sol y notas (muchas), porque todos sabemos que es un instrumento de teclado que las da sin problema ninguno.

Ahora el xilófono:



Sí: clave de sol, armadura y notas, porque es un instrumento que las puede dar.

Campanas:



Clave de sol y notas. Esta partichella tiene una peculiaridad importante: debajo de "2 campane" hay una anotación que nos indica qúe notas deben dar (Sib en octava). Volveremos a ella más adelante.

Veamos ahora la parte de bombo y platos:





Hmmmm... Clave de Fa. Bombo Do, platos Mi. ¿Alguien se ha preocupado por afinar el bombo en Do y encontrar platos que den un Mi? Nadie, porque todo el mundo sabe que estos instrumentos son de afinación indeterminada.

Seguimos con los platos suspendidos:




Clave de Fa. Un Mi... ¿Alguien ha buscado un plato con esa afinación para tocar esta parte? Nadie, porque sabemos que los platos no están afinados.

Veamos qué ocurre con la carraca (instrumento estrechísimamente relacionado con la matraca, con funciones y usos parecidísimos y perteneciente a la misma tradición):




Clave de sol y Do. Ahora decidme que vais a buscar una carraca afinada en Do, ¿eh? No, porque las carracas hacen ruido, nada más.

Veamos ahora la parte de cascabeles:




Clave de sol y un Do. No, esto no son las "Tres Danzas Alemanas" ni el "Paseo en Trineo" de Mozart... Nunca nadie se preocuparía lo más mínimo en tocar esa nota en concreto.

La parte de pandereta:




Según la clave de fa, nuestra pandereta debería tocar un Mi. Improbable,¿verdad?

Tambor militar:




Fue la parte que yo toqué. Obviamente, la menor de mis preocupaciones fue afinarlo de manera que al percutirlo sonara un Do.


Caja:




¿De verdad creéis que alguien se preocupó por afinarla en un Do? No...

Tamtam:




Lo habéis adivinado: nadie se preocupa por tocar la nota que está en la partitura porque un tamtam no puede.


Triángulo:




Ningún percusionista se ha molestado ni medio segundo en buscar un triángulo que de una nota siquiera parecida a un Mi.

Ya deberíamos ir viendo por dónde van los tiros... El copista escribe claves independientemente de que los instrumentos estén afinados o no, usando clave de sol para los agudos y de fa para los graves. Casi siempre usa el tercer espacio del pentagrama (salvo para el triángulo, que lo escribe en el cuarto) y, cuando hay más de uno en la misma parte o quiere indicar que producen frecuencias graves, usa el segundo espacio (bombo, tambor militar y tamtam).  Para las "tavolette" ha usado un criterio un tanto distinto (y, quizá haya sido esto lo que ha confundido a los percusionistas), pues las sitúa en la primera y tercera línea.

¿Nos quedan dudas? Volvamos a otras partes... En la de campanas, justo debajo de "2 CAMPANE", indica las notas que se deben tocar. Es decir, explica la afinación de las campanas, pues podrían ser campanas de iglesia o sin ningún tipo de afinación que solo hicieran ruido. El copista escribe clave de sol, pero tiene buen cuidado en especificar las notas al principio. ¿Por qué? Porque hubiera escrito una clave de sol incluso si no hubiera que tocar notas concretas (como así ha hecho con el resto de instrumentos de afinación indeterminada del resto de la obra).




En la de "tavolette" indica, debajo de su nombre, "grande e piccola". Nada más. Esa es la indicación que nos da respecto a la "afinación" de nuestras tavoletas. Si Respighi quisiera que dieran notas concretas, el copista habría hecho lo mismo que con las campanas : indicarlas bajo el nombre del instrumento, pero lo que el copista ha hecho aquí es usar "grande" y "pequeña" como única indicación de la altura relativa de nuestras tavoletas. Sí, usa la clave de sol (como ha hecho con todos los instrumentos de afinación indeterminada), pero la indicación es clara: sin notas, solo "grande" y "pequeña". Si Respighi hubiera querido sonidos de madera afinados, hubiera podido recurrir perfectamente al xilófono, instrumento ya incluído en la orquestación. No es el caso. "Tavolette": solo "grande" y "piccola". La afinación es irrelevante.




¿No nos convence? Tomemos un fragmento al azar y analicemos qué ocurre armónicamente en ese momento.




Tenemos ahí un acorde de Re mayor en el que un Si no pinta nada. Ni siquiera podemos considerarlo una sexta añadida, pues estaría reforzada en otra voz. Además, ¿de verdad creemos que esa nota tendría calidad suficiente como para que las tavoletas fueran el único instrumento que en ese contexto armónico tocara un Si? No tiene sentido.

Entonces... Si TODOS Y CADA UNO de los instrumentos están escritos con una clave al principio del pentagrama, ¿por qué solo nos hemos preocupado por asignar notas a las "tavolette"? No tiene ningún sentido: o tocamos todos los instrumentos afinados o no tocamos ninguno. ¿Cuál es la solución? La obvia: los instrumentos de afinación indeterminada no dan notas. Las tavoletas son uno de ellos, y si no nos hemos preocupado por tocar notas en el resto aún estando escritos con clave, preocuparmos por tocar notas con las tavoletas es absurdo... Tavoletas: instrumento popular para hacer ruido. No tratemos de buscarle cinco pies al gato asignándoles una nota concreta pues, visto el tipo de escritura de la edición, queda claro que, al igual que el resto de instrumentos, son de afinación indeterminada. Además, si prácticamente nunca habéis visto unas, ¿cuánto de usual creéis que serán unas afinadas? Rarísimas. Tan raras que no existen, porque son instrumentos de altura indeterminada. Unas tavoletas afinadas son tan raras como un unicornio verde. No las busquéis, porque no las encontraréis.

Por tanto, la próxima vez que toquéis esta obra usad el mismo sentido común con las tavoletas que usáis cuando veis una parte de bombo/platos o triángulo con un clave y notas escritas: dar por sentado que es una cuestión de edición.

Dicho esto, tocar esta obra es una magnífica oportunidad para echar imaginación al asunto y tratar de conseguir un sonido de tavolette lo más bonito, musical y popular posible (además, obviamente, de poder disfrutar de una grandísima obra del repertorio).

Si es que tocáis esta obra, estaré encantado de saber a qué solución llegasteis para tocar la parte. Hacédmelo saber.


  
…et in Arcadia ego.
© David Valdés